Ecologistas en Acción se crea en 1998 como resultado del proceso de unificación de 300 grupos ecologistas a nivel estatal.
Previamente los grupos que conforman Ecologistas en Acción se habían estado coordinando en la CODA (Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental). El paso adelante supuso unificar y optimizar mucho más los recursos (revista, servicios como la web o la asesoría jurídica, las relaciones internacionales, el material para campañas…) y el nombre.
Todo ello ha supuesto que los grupos, sin perder la autonomía, hayan visto potenciada su capacidad de actuación y de proyección pública. Como consecuencia de ello Ecologistas en Acción en estos años de vida ha crecido en número de soci@s y, lo que es más importante, de activistas.
Ecologistas en Acción es una confederación de más de 300 grupos ecologistas distribuidos por pueblos y ciudades. Forma parte del llamado ecologismo social, que entiende que los problemas medioambientales tienen su origen en un modelo de producción y consumo cada vez más globalizado, del que derivan también otros problemas sociales, y que hay que transformar si se quiere evitar la crisis ecológica.
Para ello realiza campañas de sensibilización, denuncias públicas o legales contra aquellas actuaciones que dañan el medio ambiente, a la vez que elabora alternativas concretas y viables en cada uno de los ámbitos en los que desarrolla su actividad.
La organización se estructura territorialmente mediante Federaciones y Grupos: Andalucía – Aragón – Asturies – Canarias – Cantabria – Castilla y León – Castilla-La Mancha – Catalunya – Ceuta – Comunidad de Madrid – Euskal Herria – Extremadura – La Rioja – Melilla – Navarra – País Valencià – Región Murciana
La base organizativa es el grupo local. Son los grupos los que manejan el grueso del presupuesto, los que deciden que campañas y como llevarlas a cabo, y los que tienen autonomía para decidir su formato organizativo (aunque la mayoría de ellos funcionan de manera asamblearia y, los más grandes, también incluyen comisiones de trabajo).
A escala estatal el máximo órgano de decisión es la asamblea de grupos que se celebra una vez al año. En ella se deciden las líneas maestras de trabajo durante el año y temas generales que afectan a toda la Confederación.
Entre asambleas la coordinación se realiza en el Consejo Confederal. En él están representadas las Federaciones (coordinación territorial) y las áreas de trabajo (coordinación temática), además de las personas que tienen labores de coordinación confederal (equipo de coordinación, equipo de comunicación, finanzas, internacional y jurídica). Estas reuniones son trimestrales.
Por último, entre Consejos, la Secretaría Confederal es la que toma las decisiones de tipo más técnico. En ella están las personas que coordinan las áreas y las que hacen labores generales (coordinación, finanzas…)
En todo caso, el ámbito de decisión real son los grupos, son ellos los que deciden sobre las campañas que lleva a cabo.
Campañas y líneas de actuación
El abanico de campañas que protagoniza Ecologistas en Acción es gigantesco, igualmente se llevan a cabo un montón de líneas de actuación. Lo mejor para conocerlas es que echarles un vistazo a la web: https://www.ecologistasenaccion.org
Relaciones con partidos políticos
Ecologistas en Acción forma parte de los movimientos sociales y, por lo tanto, es una organización totalmente independiente de los partidos políticos. En todo caso sí tienen relación con los mismos: Con los que están en el poder para plantearles una serie de reivindicaciones y luchar por conseguir leyes más acordes con la sostenibilidad ambiental. Y con los que están en la oposición para que sirvan de cauce de nuestros planteamientos.
Financiación de Ecologistas en Acción
La confederación de Ecologistas en Acción tiene un presupuesto para llevar a cabo su funcionamiento. Este presupuesto varía anualmente, aunque en la actualidad los gastos básicos de su estructura (alquiler de local, trabajador@s, equipo, etc.) se aproxima a los 400.000,00 €.
La confederación no recibe prácticamente dinero de personas socias. Dado que su estructura es confederal y los grupos locales de Ecologistas en Acción gozan de autonomía, la gran mayoría de los socios pertenecen a los grupos.
Las federaciones aportan cuotas a la Confederación dependiendo del número de personas socias con las que cuentan. Esto supone alrededor del 5% de los ingresos.
Las subvenciones y convenios suponen alrededor del 60% del presupuesto confederal. Las subvenciones que reciben son principalmente de organismos públicos (no aceptan financiación de entidades que consideran poco éticas como bancos, multinacionales o de sectores con gran impacto social o ambiental).
La venta de material, libros, la revista “El Ecologista”, cursos de formación (presencial y on-line) así como actividades esporádicas (como conciertos) son una parte importante de la financiación, concretamente algo más del 25 %. Para esta partida se tienen dos criterios ideológicos importantes:
· Dado que denuncian el modelo de producción y consumo los productos que venden tienen que evitar el consumismo, servir para una transformación social y ajustarse a criterios de sostenibilidad y justicia (material para bicicletas, libros educativos, ahorradores de energía, productos naturales, etc.,)
· Dado que están en contra de la especulación financiera no invierten en productos financieros.
Por último una parte del presupuesto se cubre con donaciones, pero esta partida es la más variable según el año.
La Confederación de Ecologistas en Acción está declarada de Utilidad Pública desde el año 1997, esto quiere decir que las cuotas y donaciones recibidas por la Confederación permiten su desgravación en las correspondientes declaraciones de IRPF. Las donaciones recibidas por la Confederación de Ecologistas en Acción tienen una deducción del 25 %, siempre que la persona que realiza la aportación facilite sus datos personales (nombre, apellido, NIF, lugar de residencia). Pero de acuerdo a la propia legislación, no es de aplicación a los grupos y federaciones miembros que componen la Confederación. Esto quiere decir que las cuotas y donaciones recibidas por las asociaciones que integran la Confederación no permiten su desgravación en las correspondientes declaraciones de IRPF.
PRINCIPIOS IDEOLOGICOS
Ecologistas en Acción es una organización social plural donde caben diferentes formas de vivir el ecologismo, y donde entendemos que el destino de las sociedades humanas es inseparable de los ecosistemas naturales.
Este convencimiento parte de la concepción de nuestro planeta como una intrincada conjunción de sutiles equilibrios entre los diferentes ecosistemas y las diferentes especies, la humana incluida. Sus actos y sus estructuras están estrechamente relacionados, conformando una parte de lo que llamamos naturaleza.
Nuestra relación con la naturaleza no puede seguir basándose en la idea de explotación y dominación. Tenemos que enfrentar con urgencia la crisis ecológica global que afecta de forma desigual a las personas en el mundo. Queremos impedir que se violen sistemáticamente los derechos humanos y ambientales de la mayor parte de la humanidad a causa de mantener funcionando nuestro actual modelo de producción y consumo que impulsa la privatización y mercantilización de todos los bienes y recursos, generando así cada vez más pobreza y miseria. Queremos una humanidad justa en armonía con la naturaleza. Ecologistas en Acción trabajará en favor de una nueva ética en las relaciones de los seres humanos con los demás seres vivos y sus hábitats. Es preciso reconocer unos derechos elementales a los animales, que nunca más deben recibir sufrimientos gratuitos como objeto de diversión, de tradición o por ser usados como objetos ornamentales.
Las culturas derivadas del productivismo han tenido, a lo largo de la historia, unas relaciones insensibles e insensatas con la Tierra. La naturaleza se consideraba una fuente inagotable de recursos y un sumidero infinito donde depositar todo tipo de residuos. Ahora sabemos que las acciones humanas y las estructuras sociales están perturbando seriamente los equilibrios de la biosfera y que no es posible salvaguardar el medio ambiente común sin tener en cuenta las sociedades humanas, ni a la inversa, trabajar por una sociedad justa y armoniosa, que permita el desarrollo personal de sus individuos, sin la búsqueda de unas relaciones con la naturaleza que no perturben brutalmente sus ciclos y equilibrios.
Unas relaciones sostenibles de todos los seres humanos con el medio ambiente deben asegurar que los recursos de la tierra estén equitativamente repartidos entre todas las personas, las que existen y las que van a venir, entre el Sur y el Norte. Eso comporta un cambio radical de las actividades humanas hacia formas socialmente justas y respetuosas de la base natural común. Para que su uso sea sustentable y generalizable, los recursos deben ser renovables, la extracción no debe superar su renovación, las sustancias devueltas al medio deben ser asimilables, y las fuentes no renovables deben sustituirse por otras renovables que proporcionen el mismo servicio.
La ecología nos devuelve la conciencia del límite. Nuestra dinámica económica y social debe basarse en el conocimiento de la Naturaleza. El camino hacia un mundo más justo y ecológico debe basarse en la incorporación de puntos de vista más amplios que incluyan a todos los protagonistas y no sólo en criterios técnicos o de expertos. La decisión última ha de recaer en las personas protagonistas del cambio. Los conocimientos científicos deberán aportar criterios para la decisión última, que ha de recaer en las personas, comunidades y pueblos que son, en definitiva, los protagonistas del proceso.
PROGRAMA AMBIENTAL
Las sociedades industriales actuales están produciendo un impacto insostenible sobre la biosfera. Nuestros sistemas socioeconómicos han crecido demasiado en relación con el medio que los contiene, alterando incluso los grandes ciclos naturales, degradando o destruyendo muchos ecosistemas y causando gran mortandad animal, vegetal y un profundo deterioro de la vida humana. La mayor responsabilidad concierne al capitalismo de los países del Norte, cuyo modelo de producción y consumo no es generalizable a todos los países del mundo sin exceder irreparablemente la capacidad de carga del planeta, ni responde a una lógica que tenga en cuenta las verdaderas necesidades humanas. Tenemos que hacer sitio (en términos ecológicos) para los hoy excluidos: las mujeres, los pueblos del Sur, l@s pobres del Norte, las generaciones futuras, las demás especies vivas con las que compartimos la biosfera. Urge un cambio profundo en nuestras formas de trabajar, producir y consumir: la reconstrucción de las sociedades según líneas de sustentabilidad, solidaridad y equidad.
No es posible la expansión material indefinida en un sistema finito como la biosfera que habitamos, ni resulta sostenible el tipo de «globalización» económica que impulsa el actual capitalismo neoliberal. Debemos emprender una reducción sistemática del impacto ambiental de las actividades humanas. Convendrá lograrlo preferentemente mejorando la eficiencia ambiental de nuestras economías (es decir, reduciendo sistemáticamente el impacto ambiental por unidad de producto), pero también habrá que estar dispuestos a disminuir el volumen global de actividad cuando no quede otra opción.
Los recursos naturales que tomamos de nuestro entorno, y los residuos que emitimos después, han de quedar indefinidamente por debajo de los límites de producción biológica, absorción y regeneración de los ecosistemas. Producir de forma ecológicamente eficiente quiere decir minimizar el flujo de energía y materiales que recorre nuestros sistemas productivos, maximizando el bienestar que obtenemos de él. Por eso tenemos que aprender a vivir mejor con menos; la actual cultura del derroche debe dar paso a una cultura de la autolimitación, la austeridad, la suficiencia.
Las políticas económicas convencionales causan simultáneamente la progresiva degradación de los ecosistemas y niveles cada vez más altos de precariedad vital, y no reconocen debidamente el valor indispensable de las mujeres para el mantenimiento de la vida. Sólo un cambio hacia políticas de sustentabilidad permitirá crear sociedades en las que estas carencias se solventen.
Algunos de los desarrollos tecnológicos, económicos y sociales en curso entrañan riesgos tales que ponen en entredicho la misma continuidad de la civilización humana. Así la acumulación de armas de destrucción masiva, pero también el cambio climático asociado con la alteración de la composición química de la atmósfera; así la generación de electricidad en centrales nucleares, pero también la manipulación genética de organismos vivos. En todos estos campos, ni las exigencias de beneficio crematístico ni los valores fáusticos de la desmesura son guías apropiados para la acción; se impone, por el contrario, una acción prudente guiada por la idea de la equidad y el principio de precaución, que minimice los riesgos para las generaciones actuales y sobre todo para las futuras. En el siglo XXI, no hay peor espejismo que pretender responder a nuestra crítica y compleja situación con «más de lo mismo».