EL TERRITORIO DE LA JANDA

El territorio de La Janda se corresponde con una comarca natural de elevados contrastes, marcada por la presencia de unas extensas formaciones forestales, unas zonas húmedas de gran protagonismo territorial, un litoral con un bajo grado de ocupación que aún muestra un alto grado de naturalidad y el predominio de una actividad productiva agro-ganadera de tipo tradicional. La actividad humana en este territorio, orientada principalmente al aprovechamiento de los recursos naturales, ha definido un paisaje configurado como un mosaico agropecuario sobre el que se superponen espacios de gran valor ambiental (bosques, lagunas, marismas, etc.), que incrementan su heterogeneidad y singularidad.

Ganado en la sierra

La utilización del suelo en la comarca de La Janda se caracteriza a grandes rasgos por los usos forestales y ganaderos en sierras y colinas, los cuales son los más característicos; la agricultura, mayoritariamente de secano, que ocupa un tercio de la comarca; los usos ligados a las riberas fluviales y marítima que si bien son minoritarios están bien representados en la orla litoral; finalmente, por los usos de base urbana, los cuales se concentran principalmente en la costa.

Esta heterogénea situación territorial, sustentada principalmente sobre la actividad productiva primaria y el aprovechamiento tradicional de los recursos naturales, tiene su correspondencia en unos indiscutibles valores ambientales que se identifican con la persistencia de una elevada diversidad biológica, reconocible a sus distintos niveles de apreciación: especies animales y vegetales, hábitats y ecosistemas, recursos genéticos, y conocimientos y técnicas tradicionales relacionadas con la explotación de los recursos vivos. El reconocimiento del valor natural y el mantenimiento de la diversidad biológica se han materializado en la declaración de diversos espacios protegidos.

La importancia de la comarca para el mantenimiento general de los niveles globales de diversidad biológica de Andalucía y del conjunto de la Península Ibérica es muy significativa. Ello se debe no sólo a los valores autóctonos que tienen presencia en este territorio, sino también a la elevada trascendencia del mismo para el mantenimiento de fenómenos biológicos y relaciones ecológicas (migraciones, dispersión de especies, etc.) trascendentales para la conservación de la diversidad biológica a una escala territorial superior, con incidencia en otros ámbitos naturales singulares, como pueda ser Doñana.

En el territorio de La Janda mención especial requiere el agua, el agua como fuente de vida. A lo largo de la historia de la humanidad el agua ha sido un recurso tan íntimamente ligado al ser humano que hemos olvidado su importancia. Los primeros asentamientos de Homo Sapiens ya se realizaban en lugares cercanos a un flujo de agua. A partir de entonces todas las civilizaciones de la tierra se han concentrado alrededor de humedales de diferentes características.

Los humedales siempre han jugado un papel clave en el desarrollo de la vida humana; son los ecosistemas más productivos del planeta y desempeñan múltiples funciones: como reservorio de biodiversidad, para la reposición de aguas subterráneas, como mitigadores del efecto del cambio climático, para el control de inundaciones, entre otros. Existen, además, muchas actividades económicas ligadas a los humedales: pesca, caza, producción de sal, turismo de naturaleza, etc.

Las zonas húmedas constituyen áreas básicas para la protección de la biodiversidad de organismos acuáticos o ligados de alguna forma a los humedales y son importantes lugares de refugio, invernada y nidificación de  miles de aves. Los humedales son esos grandes desconocidos donde la vida fluye más que en cualquier otro lugar.

La Janda vista parcial

La Janda se ha caracterizado a lo largo de la historia por su agua. En este sentido la comarca está definida por: La depresión que ocupa la antigua laguna de La Janda; el cauce y la vega del río Barbate, desde el embalse del mismo nombre hasta su desembocadura en las marismas; un conjunto de humedales temporales; una matriz de pequeños ríos y arroyos; importantes acuíferos, y la existencias de fuentes en distintas zonas; y claro está, el litoral, el mar, La Janda está abierta al Océano Atlántico junto al Mar Mediterráneo, el mar es también fuente, fuente de riquezas, además de una puerta abierta para entrar y para salir, y no sólo para las personas.

 Fotos: MIM – analajanda.org