C/ Gobernador Sánchez González, s/n. Zahara
DATACIÓN: Siglo XVI.
HISTORIA
A lo largo de su historia también ha recibido las denominaciones de castillo de Jadraza y palacio de las Pilas. Los vecinos de Zahara lo conocen popularmente como “el palacio”.
La fortaleza de Zahara fue construida por el duque de Medina Sidonia en el siglo XVI ante la necesidad de dotar a la almadraba de esta población de una infraestructura residencial, defensiva e industrial acorde con su relevancia. Y es que la almadraba zahareña era, junto a la de Conil, la más importante de Andalucía en aquellas fechas. Recordemos que Sancho IV “El Bravo” concedió en 1294 a uno de los antepasados del duque, Guzmán “El Bueno”, el privilegio de armar almadrabas para la pesca de atunes en la zona del estrecho de Gibraltar como recompensa a su labor “reconquistadora”.
Durante la construcción el duque se topó con las reticencias de los vecinos de Vejer, quienes pusieron un pleito contra la casa ducal en 1567 alegando la titularidad vecinal de los terrenos elegidos. Aunque la Chancillería falló contra el duque, éste pudo continuar las obras gracias a una real cédula otorgada por Felipe II que derogaba la citada sentencia. De esta forma el monarca le permitía finalizar las obras, a condición de que no constituyese un nuevo concejo, como había sucedido en Conil. Éste, sin duda, era el verdadero temor de los vejeriegos. Añadir que tras la disposición de Felipe II posiblemente estuviera la consideración del nuevo recinto como un pilar más en el entramado defensivo de unas costas asoladas por frecuentes ataques piráticos.
DESCRIPCIÓN
El castillo de Zahara de los Atunes es una construcción de planta cuadrangular delimitada por cuatro lienzos de muralla de una altura que oscila entre los cinco y los siete metros, y cuya fábrica está realizada en mampuestos tomados con cal y guijarros, contando en sus esquinas con refuerzos de cantería. Además, no poseen merlones y sí un estrecho camino de ronda. Al parecer, en su origen, contó con tres torres, la de levante, situada en la esquina noreste, de la que hoy sólo se conserva la sillería de arranque, la de poniente, levantada en la esquina noroeste, en la actualidad muy transformada por diversas y numerosas modificaciones, y la de la vela, ubicada en la parte central del recinto y en la que se emplazaba el campanario, de la cual no quedan restos. Hay quien sostiene que en la esquina sureste, junto al pozo, existió una cuarta torre, si bien en los planos conservados de la fortaleza no se hace referencia a ella como tal. Señalar de las torres de poniente y de levante que sobrepasan en altura a sus lienzos murarios, avanzando también respecto a las alineaciones de éstos.
En la muralla se abrieron, en un principio, tres puertas, dos hacia el mar y una hacia tierra. Aquéllas, las del lienzo sur, la conforman arcos rebajados con dovelas y jambas de sillares de piedra ostionera. El arranque de cada uno de estos arcos lo sostienen dos machones de notable espesor, dispuestos hacia el interior. La puerta de tierra se encuentra en el lienzo oeste y, a diferencia de las de mar, se halla muy alterada por añadidos posteriores. A estas tres puertas se añadiría en el siglo XX una cuarta, la puerta nueva, abierta en el lienzo norte, un sencillo arco de medio punto con intradós de ladrillos.
Dos de los elementos reseñados, muralla y torres, anuncian la obvia función defensiva del castillo. Sin embargo, no es la única, puesto que también hemos de considerar la residencial y la industrial. En efecto, algunas de sus dependencias acogían viviendas. Así, la que algunos consideran como la cuarta torre, era la residencia de los duques de Medina Sidonia en sus visitas. Del mismo modo, las torres de poniente y levante servían para alojamiento, del casero y del atajador respectivamente.
En cuanto a la función industrial, el castillo se nos presenta como chanca y almacén de los enseres, pertrechos y artes de la almadraba de Zahara. Pese al deterioro y la transformación de sus estructuras, sabemos que esta chanca estaba dotada de unas magníficas instalaciones para el trabajo del atún, entre ellas citaremos almacenes, saladeros, patio para guardar los barcos, hornos, pozo de agua dulce, pilas de salazón, carnicería, etc.
Por último, reiterar la consideración del castillo como la plasmación material de la triple función a la que hemos aludido. Resultaría imposible describirlo eludiendo alguna de ellas. Todas están presentes en sus características arquitectónicas.
USO Y ESTADO DE CONSERVACIÓN
El castillo, en líneas generales, se encuentra en un estado pésimo de conservación, fruto tanto de los estragos del paso del tiempo como del abandono que ha sufrido. A esto habría que sumarle la transformación de algunas zonas debido a diversas reutilizaciones. Así lo demuestra el entorno de la torre de poniente, que contrasta claramente con el aspecto de gran parte de las murallas, las cuales mantienen, con lógicas modificaciones, su imagen original.
En cuanto a los usos, merecen destacarse la iglesia, ubicada en un antiguo saladero desde 1906, y algunas viviendas, anexas a la torre de poniente. El resto de la fortaleza carece de uso, si bien a veces, sobre todo en verano, es escenario de acontecimientos de la más variada índole (conciertos, feria y fiestas, cine, etc.).
La declaración de bien de interés cultural (BIC) comprende la integridad de las fábricas de los cuatro lienzos murarios, sus cuatro puertas y las torres de levante y poniente. También está inscrito como lugar de interés etnológico.
Nota: Texto extraído del Catálogo del Patrimonio Cultural – Natural del Litoral de La Janda, patrocinado por el Grupo de Desarrollo Rural de la Janda Litoral y coordinado por D. Antonio Muñoz Rodríguez) http://www.patrimoniojandalitoral.es/presentacion_coord.htm – (Fotografías de MIM – ANA)