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Una joya ‘verde’ por descubrir
El Parque Natural La Breña y Marismas de Barbate cuenta con 5.000 hectáreas donde aglutina cinco ecosistemas diferentes. La diversidad es su marca
Julia Alarcón Barbate | Actualizado 23.06.2013 – 05:01
Desde el entorno de Barbate a Caños de Meca y tierra adentro hasta Vejer se extiende el Parque Natural La Breña y Marismas de Barbate, una joya ‘verde’ de gran belleza paisajística y riqueza medioambiental que, sin embargo, es una auténtica desconocida, más para autóctonos que para visitantes.
Se trata de un tesoro ecológico aún por descubrir, y también por explotar. Este espacio encierra un enorme potencial a pesar de ser el segundo Parque Natural más pequeño de Andalucía con algo de más 5.000 hectáreas. En sus reducidas dimensiones -en comparación con otros parques- alberga cinco ecosistemas diferentes: marino, acantilado, pinar, sistemas dunares y marismas. A esto hay que sumar su patrimonio cultural e histórico, sus usos turísticos y de ocio así como los diferentes aprovechamientos que revierten positivamente en las economías locales del entorno.
Este periódico ha querido realizar un recorrido por algunos de los rincones más emblemáticos de La Breña con objeto de difundir los valores medioambientales de una zona de atractivos singulares que no dejarán indiferente a nadie.
Nada más comenzar la ruta por este paraje -que casualmente días atrás fue el escenario de rodaje de una conocida serie alemana- localizamos en la Venta Pinto (Vejer) una colonia de ibis eremita, una especie extinguida hace 500 años que ha podido ser reintroducida por los expertos gracias a las condiciones climatológicas y naturales que se dan en esta zona. El ibis lleva algo más de tres años reproduciéndose solo si bien aún existe un programa de control para esta singular ave.
Junto a ella también nidifica el halcón peregrino, otra especie protegida -como todas las rapaces-, aunque no en peligro de extinción.
Continuando el viaje de la mano de Antonio Gómez, director- conservador de La Breña, nos adentramos en el sendero de Las Quebradas, uno de los siete que hay en el parque. En cuestión de segundos nos cobija la sombra de cientos de pinos, piñoneros y carrascos. Se trata de un pinar antrópico creado a principios del siglo XX para frenar los movimientos de las lenguas dunares y así evitar que la arena sepultase la huerta vejeriega.
Resaltar que el pinar de La Breña es el mayor de Cádiz y en él tienen cabida multitud de actividades. Así, de él se extraen piñas de gran calidad; posee tres cotos donde se practica la caza menor; favorece el aprovechamiento apícola; también es fuente de abastecimiento maderero y cuna de plantas silvestres como la lavanda y el romero.
Además de todos estos usos, a nivel turístico las posibilidades de este frondoso ‘mar’ de pinos siguen expandiéndose. Gracias a su terreno de sustratos arenoso, este bosque es ideal para la práctica de senderismo, cicloturismo y rutas a caballo. De hecho hay dos senderos ecuestres: uno interior y otro englobado en el trayecto del GDR que une Huelva con Almería. En esta misma línea caballar, está previsto construir en un futuro un centro hípico terapéutico para desarrollar en él sesiones de equinoterapia.
Ahora bien, si el pinar de La Breña tiene especial fama es por ser punto neurálgico para deportes de orientación. Prueba de ello es que acoge importantes competiciones a nivel nacional e internacional, lo que atrae a miles de aficionados de diferentes partes del mundo durante todo el año.
Evidentemente, para poder garantizar tanto el uso público como productivo del monte, se desempeñan trabajos forestales (arreglo de caminos, clareos, franjas cortafuegos, desbroces…) posibilitando así su adecuado crecimiento.
Continuando la visita, desde una de las zonas más elevadas del sendero de Las Quebradas divisamos las marismas, que además de amortiguar la crecida del río Barbate gracias a su extensa y fértil llanura, cumplen múltiples funciones, entre ellas, usos acuícolas en estanques excavados en el propio medio natural, el marisqueo y la pesca tradicional. También, y de forma natural, las marismas se convierten en una ‘guardería’ de alevines, pues son áreas hiperproductivas ideales para el crecimiento en estuarios.
Añadir a esto las rutas en kayak, las vías ciclables que circundan toda la marisma y, por supuesto, el consolidado turismo ornitológico, pues el agua dulce embalsada -estrechamente ligada a la antigua laguna de La Janda- atrae a diferentes aves migratorias.
Proseguimos descubriendo los rincones de este rico paraje natural por el sendero del acantilado (que ha llegado a registrar 1.000 visitas en un sólo fin de semana). Subimos a lo más alto para contemplar una panorámica impresionante: una atalaya de 110 metros aproximadamente, el mayor acantilado de Andalucía.
El tajo es un área reservada dentro del parque así como la franja marina de 400 metros que se encuentra a sus pies; por lo tanto, no está permitido el turismo activo en aras de preservar la riqueza paisajística y geolítica del entorno.
En este sentido, en la extensión superior del tajo florece el enebro costero, una especie en peligro de extinción que, por citar un ejemplo, tiene el mismo nivel de protección que el lince ibérico en Doñana. Gracias al ‘aislamiento’ que experimenta en el parque el enebro está logrando sobrevivir, sobre todo en los dominios más soleados.
Echando la vista abajo, un mar infinito esconde en su interior el hogar de varias familias de delfines que han fijado aquí su residencia. Entre los campos de arrecife y las praderas de fanerógamas se han llegado a avistar también manadas de orcas y cachalotes. Y, cómo no, el rey indiscutible del lugar, el atún rojo, entorno al cual se articula el sector almadrabero que está luchando por conseguir que el conocido como ‘jamón del mar’ obtenga la certificación de Parque Natural, esto es, una marca que otorgue valor añadido al producto.
Y ya por último las playas de aguas cristalinas y fina arena, el sustento económico de La Janda litoral durante los meses de verano. Playas vírgenes, como La Hierbabuena o Trafalgar, están escoltadas por dunas que actúan como muros de defensa. En torno a ellas, todo tipo de establecimientos hosteleros y alojamientos para cubrir la demanda de turistas nacionales y extranjeros.
A los cinco ecosistemas que aglutina La Breña hay que sumar su patrimonio histórico y cultural. El sistema almenar conformado por la Torre del Tajo, recientemente rehabilitada y de acceso público -previa cita en el punto de información del parque-, la de Meca y la de Trafalgar, junto a la ermita visigoda de San Ambrosio -la más antigua de Europa- y el Palomar de la Breña no hacen si no aumentar los motivos para visitar este enclave.
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