Desde ANA hemos apoyado el documento escrito que trescientas organizaciones de 22 países han enviado a la Comisión, al Consejo y al Parlamento Europeo.
Reclamamos la necesidad de abandonar la senda de los combustibles fósiles y de avanzar hacia unas políticas energéticas basadas en las energías renovables.
Carta abierta a las instituciones europeas
Europa, 16.01.2014
A la atención de:
José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión Europea, y Comisarios de Medio ambiente, Energía, Clima y Empresas
A los miembros del Consejo Europeo y Jefes de Estado (Presidentes, Primeros Ministros y Ministerios afectados).
A los miembros del Parlamento Europeo
Asunto:
Combustibles fósiles no convencionales / Directiva de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) y otros proyectos de las instituciones europeas
Nosotros, grupos de ciudadanos y organizaciones medioambientales interesados, movilizados contra el desarrollo de los combustibles fósiles no convencionales en Europa, estamos extremadamente preocupados por los últimos acontecimientos relacionados con la revisión de la Directiva de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) y los planes sobre un marco europeo para los combustibles fósiles no convencionales, así como por los acuerdos y proyectos transatlánticos de la Comisión Europea.
Para extraer gas de esquisto, petróleo de esquisto bituminoso, gas de arenas compactas (tight gas) y gas metano de vetas de carbón se utiliza una técnica llamada fracturación hidráulica o “fracking”, que va acompañada de múltiples e inevitables impactos sobre el medio ambiente, el clima, la salud de la población y sobre una serie de derechos humanos fundamentales.
Las principales razones para oponernos a esta industria son:
– La extracción de estos hidrocarburos afectará negativamente a nuestra huella de carbono, comprometiendo incluso los objetivos energéticos y climáticos de la UE. En lugar de alejarse de las fuentes energéticas fósiles, desarrollar nuevas fuentes de energías renovables y mejorar las políticas de eficiencia energética, esta industria nos arrastraría a un nuevo ciclo contaminante de combustibles fósiles.
– El funcionamiento de la industria extractiva implica un enorme sistema de tuberías, instalaciones reguladoras de presión y centros de transporte. Esto supone inevitablemente fugas de metano, estimadas por diferentes estudios entre un 4% y un 11% del total del volumen de metano producido. En un plazo de 20 años, el metano es 86 veces más potente como gas invernadero que el CO2, por lo que la quema de combustibles fósiles no convencionales podría ser más perjudicial para el clima que el mismo carbón.
– Las técnicas de extracción causan un efecto destructivo e irrevocable en los ecosistemas y entornos locales.
– Las actividades relacionadas con los combustibles fósiles no convencionales utilizan una cantidad desproporcionada de recursos primarios fundamentales: tierra, agua y aire.
– Esta industria requiere un gran número de vehículos de transporte, por lo que sus proyectos suponen una carga adicional para la economía europea como, por ejemplo, la depreciación de infraestructuras públicas (carreteras, puentes, etc.). La mayoría de las carreteras de la Unión Europa no se han diseñado para soportar el peso adicional de los “megacamiones” o “trenes de carretera” que utiliza esta industria, especialmente en las zonas rurales. Un importante número de habitantes, incluyendo a quienes viven exclusivamente de la agricultura, se verá afectado por este tipo de explotación. La extracción generaría un incremento de la pobreza.
– Promover políticamente estas actividades es completamente contradictorio con la creciente necesidad de sistemas económicos locales basados en el patrimonio cultural y natural, así como en las energías renovables.
– Las actividades relacionadas con los combustibles fósiles no convencionales implican un modelo de industrialización a gran escala, que tiene enormes consecuencias para la planificación regional y afecta a un gran número de zonas densamente pobladas y medioambientalmente delicadas, tal como se ha podido observar en Estados Unidos, Canadá y Australia.
Las autoridades europeas ya han publicado estudios que demuestran estos riesgos, y son conscientes de que numerosas investigaciones científicas revisadas por expertos alertan sobre los múltiples y preocupantes impactos vinculados a esta industria. A pesar de ello, algunos responsables políticos parecen haberse puesto de acuerdo para ignorar todos estos hechos significativos. Del mismo modo, la opinión de las poblaciones directamente afectadas se está ignorando brutalmente.
La situación jurídica actual en la Unión Europea no garantiza la exigencia de estudios de impacto ambiental para la investigación y explotación de combustibles fósiles no convencionales, lo que representa una violación permanente de los principios de la política europea de medio ambiente, los objetivos de planificación regional y los valores democráticos europeos fundamentales. Este requerimiento básico habría supuesto la elaboración de estudios de referencia previos al inicio de nuevos proyectos y garantizaría una mayor participación de las comunidades locales en los procesos de toma de decisiones.
El marco sobre combustibles fósiles no convencionales anunciado por la Comisión Europea es simplemente un conjunto de recomendaciones no vinculantes que, incluso, contradice los resultados de la evaluación de impacto que requieren las acciones legislativas como esta. Gracias a la acción conjunta del Sr. Barroso y países como el Reino Unido, Polonia, la República Checa y Hungría, la Unión Europea está abriendo sus puertas a una industria altamente contaminante y escasamente regulada. Las promesas de “desarrollar un marco europeo para la extracción de hidrocarburos no convencionales de manera segura y sin riesgos” no se van a mantener.
Los grupos de ciudadanos y organizaciones medioambientales interesados han expresado en múltiples ocasiones estos argumentos, apoyados con pruebas, particularmente en relación con la Resolución Korbach. Sin embargo, parece que nuestros políticos no quieren o no están preparados para tomar en consideración estos razonamientos.
Esto constituye una grave ausencia de democracia y una señal clara de que la balanza se está inclinando a favor de beneficios cortoplacistas inciertos y perjudiciales para el medioambiente, a costa de la salud pública y del medio ambiente sostenible a largo plazo. Además, hemos observado que existe corrupción a nivel local, las comunidades locales se han visto atrapadas en la angustia y la inseguridad por la violación de derechos humanos y la represión –como ocurrió recientemente en Pungesti (Rumanía), Zurawlow (Polonia) y Barton Moss (Reino Unido)– y la confianza en la Unión Europea se está desvaneciendo a gran velocidad.
Estas circunstancias deben ser tomadas en cuenta en la revisión de la Directiva EIA, así como en las negociaciones sobre el acuerdo de libre comercio con Canadá (CETA) y con Estados Unidos (TAFTA). Estas negociaciones se están llevando a cabo con absoluto secretismo, y el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo y la Comisión Europea no pueden tolerarlo. La comisión ha anunciado un “marco no vinculante” sobre el gas de esquisto. ¿Qué flexibilidad se tendrá a la hora de valorar la enorme presión de los inversores y de la industria energética?
Respecto al CETA y el TAFTA, resulta cada vez más evidente que están poniendo su mira en el Reglamento de registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias químicas (REACH), a pesar de que es la herramienta para evitar que las industrias puedan hacer lo que quieran, especialmente en el sector químico, que elabora productos para la industria minera. También observamos que el reglamento de arbitraje entre empresas y Estados, promovido por la Carta Europea de la Energía, resulta muy adecuado para los inversores. Los inversores pueden oponerse a la legislación medioambiental simplemente porque representa un obstáculo a sus inversiones y, por tanto, a sus beneficios. Todo esto puede dar lugar a:
– Pagos considerables por compensaciones económicas a las empresas, cubiertos por los presupuestos particulares de los Estados miembro.
– Un sistema de libre comercio basado en la Carta Europea de la Energía, que favorezca totalmente al sector privado y a los inversores, por encima del interés público y de la soberanía de los Estados miembros.
Por todas las razones anteriormente mencionadas, instamos solemnemente a los miembros del Consejo Europeo, Comisarios y miembros del Parlamento Europeo a que actúen ya, en el interés superior de la población de sus Estados y de toda la ciudadanía europea. Negar los hechos descritos significaría que los responsables políticos europeos están dispuestos a aceptar los efectos perjudiciales de la fractura hidráulica en un futuro inmediato y para las próximas generaciones.
Miembros del Parlamento Europeo, ustedes deben actuar con decisión y claridad para evitar que la ley de Evaluación de Impacto Ambiental sea ambigua. Es necesario que se realicen estudios de impacto ambiental para todo el ciclo de vida de los pozos, y estos deberían realizarse antes de iniciar cualquier actividad de exploración o construcción (construcción de plataformas, perforación, cimentación, entubado, toma de registro, etc.). Teniendo en cuenta sus múltiples consecuencias, el uso de técnicas de fracking en la investigación y explotación de las fuentes de energía de combustibles fósiles debería estar sujeto a evaluaciones de impacto ambiental obligatorias.
Miembros del Consejo Europeo, Sr. Presidente de la Comisión Europea, y Comisarios y Jefes de Estado y ministerios afectados, ustedes deberían actuar decididamente para eliminar cualquier mecanismo de arbitraje entre inversores y Estados (ISDS) del CETA y del TAFTA porque echan por tierra nuestros sistemas jurídicos y pueden utilizarse en contra de las leyes promulgadas sobre los objetivos de política medioambiental, las metas sobre cambio climático y energía, la protección a los consumidores y los principios jurídicos de la Unión Europea, y con la excepción del reglamento REACH, que, en todo caso, debería fortalecerse.