El domingo 28 de septiembre nos fuimos a la playa y nos fuimos a una playa virgen de la provincia en el Parque Natural Bahía de Cádiz, aprovechamos e hicimos el sendero de la Punta del Boquerón, luego continuamos andando haciendo el recorrido completo junto al caño de Santi Petri, pasamos el día en la playa y regresamos caminando junto a la orilla hasta un determinado punto donde retomamos de nuevo el sendero de la Punta del Boquerón.
La Punta del Boquerón, monumento natural, es un elemento geográfico de alta relevancia geomorfológica y paisajística, que constituye el extremo de una barra arenosa, llamada flecha por la rapidez con la que crece y evoluciona.
El sendero de la Punta del Boquerón, un trayecto lineal de 2,6 kilómetros, es una Senda con superficie arenosa, acondicionada con pasarelas en algunos tramos, a través del cual podemos conocer dos ecosistemas muy diferentes entre sí pero que conviven en estrecho contacto: las dunas y las marismas.
La Punta del Boquerón está declarada Monumento Natural
La batería Urrutia y el cercano castillo de Sancti Petri están declarados Bienes de Interés Cultural.
Nos reunimos y visitamos el Centro de visitantes del Parque Natural Bahía de Cádiz, en San Fernando.
Luego comenzamos nuestro recorrido en el final de la carretera de la playa de Camposto, en San Fernando
Una vez pasado el puente de acceso a la playa, seguimos la pasarela de madera, a nuestra derecha se desarrollan amplios sistemas dunares, en buen estado de conservación, sobre los que crecen la retama blanca y el barrón, especies adaptadas a suelos arenosos gracias a sus largas raíces.
Los sistemas dunares, fundamentales para el equilibrio de estos ecosistemas, actúan como reservas para rellenar las playas de arena cuando los temporales las erosionan en invierno.
A nuestra izquierda, vemos cómo la marisma se ha adueñado de las antiguas salinas abandonadas.
Es éste un espacio intermedio entre la tierra y el mar donde predomina un paisaje horizontal, plano, dependiente de la dinámica de las mareas, pero rebosante de vida.
En las marismas del cercano caño de Sancti Petri es fácil observar flamencos, garzas y una gran variedad de aves limícolas como correlimos, chorlitejos, agujas, andarríos, archibebes, chorlitos, zarapitos, ostreros, avocetas, cigüeñuelas, etc.
Las marismas constituyen uno de los ecosistemas más productivos a nivel biológico. Es fundamental para la reproducción y alevinaje de peces e invertebrados del litoral: almejas, coquinas, bocas, cangrejos, doradas, robalos, lisas, camarones, etc.
Igualmente, resulta importante para las aves limícolas, tanto de invernada como para la cría de sus polluelos.
Algo más allá de la marisma, vemos el mayor caño de la bahía de Cádiz, el de Sancti Petri, que separa a Cádiz del resto del continente.
La pasarela aparece intermitentemente entre un sendero muy marcado en la arena. Tras una curva, el sendero asciende unos metros y encontramos un panel en un pequeño mirador, que nos habla de la historia del Castillo de Sancti-Petri.
Siguiendo el camino, nos volvemos a alejar de la costa para adentrarnos en las dunas. En poco tiempo llegamos a unas ruinas. Se trata de la batería de Urrutia, instalación defensiva que jugó un importante papel en la Guerra de la Independencia, cuya arquitectura se encuentra abandonada y envuelta en un denso retamar
La batería se encargaba de la defensa de este importante punto estratégico. Fue construida durante el siglo XVIII para defender la entrada a San Fernando desde el mar por el caño de Sancti Petri, junto a un rosario de baterías que se extienden a lo largo de todo el caño.
Y oficialmente aquí finaliza el sendero, pero nuestro plan pre-concebido era y así lo hicimos, continuar ahora por la orilla del caño hasta llegar y bordear el extremo de la barra arenosa y buscar un lugar en la playa donde asentarnos.
Frente a nosotros, al otro lado del río, vemos Sancti-Petri, antiguo poblado almadrabero, con su pequeño puerto rebosante de embarcaciones, ahora deportivas casi todas.
Bordeamos el extremo de la barra arenosa y nos instalamos en la playa para pasar allí buena parte del día, jugamos, nos bañamos, almorzamos y descansamos.
En medio del mar destaca el Islote de Sancti-Petri, sobre el que se asienta el castillo del mismo nombre.
Por la tarde regresamos al punto de partida siguiendo la orilla de la playa por una ruta no señalizada, pudimos ver de cerca y fotografiar dos búnkeres. Llegado un punto decidimos dirigirnos hasta el sendero señalizado y continuarlo hasta el inicio. En este trayecto pudimos contemplar el cambio habido en la marisma ya que por la mañana la marea estaba bajando y ahora por la tarde la marea estaba subiendo.
Antes de regresar a casa el sol nos regaló una preciosa puesta que pudimos fotografiar allí en la playa de Camposoto.